viernes, marzo 30, 2007

Siúticos y antisiúticos

No hace mucho Arcadi Espada (El Mundo: febrero 2007, "De manera intensa esconde siempre un oscuro ir y venir") coleccionaba todas los eufemismos, perífrasis y metáforas con que un político principal aliña su desaliñado pensamiento para hacerlo pasar por emotivo o culto o qué sé yo. Por eso estoy de acuerdo con muchos en una cosa: lo que peor llevo de los progres es la cursilería y su grado sumo, que en el Chile de Jorge Edwards (El inútil de la familia) se dice siuti o siútico. Lo mismo que en la familia del descendiente del gramático Bello, a ciertos inútiles de nuestra gran familia les da por los juegos de azar, y lo mismo ganan en un rato un potosí que se empecinan en seguir jugando hasta perderlo, sumidos en un torbellino al que se sienten atraídos como por las Sirenas lo fue aquel Ulises que se tuvo que amarrar. Habría que amarrar a más de uno, tal vez.
El antisiútico es Pacheco. Todo el mundo lo denigra ahora y, aunque tenga grandes defectos, sin duda, no se puede negar que Jerez evolucionó a un estado mejor bajo su mandato, aunque el punto de salida era realmente malo con la ciudad postrada en una descapitalización brutal y condenada y negada por los poderes autonómicos residentes en Sevilla. Don Pedro no concede ni una coma a la poesía y menos a la cursilería de la autodenominada izquierda, él es de una retórica atropellada y antisiútica, si bien con ribetes de un populismo vecinal que le sobra. Nos esperan tardes de gloria a los espectadores de estos combates dialécticos donde los espadachines son jaleados por las respectivas claques mientras esperan en la sombra del segundo plano sus suplentes.